Me siento triste. Siento una
especie de nostalgia y ansiedad. Me siento impaciente y con poca tolerancia
hacia las cosas. Quiero llorar. Estoy sensible a todo y a todos. Lloro. Siento
agobio y necesidad de abrazos y apapachos.
Se que esto pasa porque lo he vivido antes pero en estos momentos, cuando me siento así,
vulnerable, impaciente, extremadamente sensible es cuando mi monstruo me ataca. Mi inseguridad aumenta y empiezo a dudar de
muchas cosas. Siento la necesidad de aprobación;
de que alguien me diga que lo estoy haciendo bien. De que las personas cercanas
a mí me saquen de este auto ataque reafirmando que soy capaz de hacer las
cosas. En este momento quiero escuchar que tengo talento, que soy buena actriz
y bailarina. Necesito ese estimulo externo que me cuesta encontrar en mi misma
en estos momentos de sensibilidad. ¿Porque
siento la necesidad de escucharlo de alguien más? ¿Porque me cuesta creer en mi
misma en estos momentos de mas vulnerabilidad?
En general me pasa cuando termino
algún proyecto artístico o que me haya motivado mucho y no veo en puerta
otro. Me invade la duda de cuando será
la próxima vez que estaré en un escenario.
Cuando no tengo algún proyecto definido en puerta, empiezo a
cuestionarme muchas cosas. Lloro, escribo,
a veces lo hablo con alguien y se que después pasa. Sin embargo, a veces creo que estos momentos
son necesarios para mí. Es una especie de reafirmación de lo que quiero y lo
que necesito en mi vida. No quiero y no
puedo estar sin el escenario, sin actuar, sin bailar. Estoy segura que es lo que me hace feliz y
cuando me siento triste, como ahora porque estoy en una especie de pausa,
afirmo mi pasión hacia lo que quiero hacer.
Estar en pausa en realidad, es
continuar en movimiento. Sigo
aprendiendo, disfrutando, formándome, creciendo, compartiendo y preparándome
constantemente. Pero es verdad que en
un inicio la pausa me asusta y me provoca ansiedad. El “no hacer nada” artístico me da miedo. Por
suerte, después de unas horas o unos días
el miedo se transforma en motivación y me pongo a hacer cosas. Me concentro y
pongo mi energía en que suceda lo que quiero que suceda. Disfruto lo que hago en el presente, me
enfoco en eso. Tengo motivaciones para crear, seguir aprendiendo y re-encuentro
la seguridad en mi de que volveré a estar en el escenario
Quizá estos momentos de bajón
emocional son una especie de auto limpieza. Son momentos de reflexión que me ayudan a darme
cuenta de lo que quiero y lo que necesito. Escribo estoy y me siento mejor.
Lloro y me siento mejor.
Ahora pasa la tormenta y viene la
calma. La pausa. Estar en pausa pero en movimiento. La pausa dramática es importantísima
en escena y también lo es en la vida.