Wednesday, November 7, 2018

Concentración


Público disperso que divaga por el espacio. Un móvil sonando. Se escucha el váter del baño de hombres. La lluvia cae. Pasa una ambulancia. El teléfono de la recepción no para de sonar. Los gritos de los alumnos jóvenes de danza que cambian de clase. El bip del ascensor. Voces, charlas, comentarios (sobre mí, como si no estuviera ahí). Alguien me saluda emocionado. Me toma fotos. Transita gente, se escuchan pasos. El chico de seguridad explica lo que está ocurriendo. Un cable atravesado. La luz en mi cara. Los curiosos que miran y un coro en el segundo piso ensayando.  Todo esto escuche durante los 45 minutos que estuve sentada en una bañera antigua mientras intentaba mantener la concentración el pasado lunes durante una actuación en el vestíbulo del Institut del Teatre en Barcelona.

Actuar en un lugar no convencional, aunque muy interesante y divertido, a veces puede ser mucho más complicado que hacer lo mismo en un teatro. Hacer espectáculos de calle o en espacios alternativos pide quizá de otro tipo de energía. Estar concentrado en estas condiciones requiere de un esfuerzo distinto. Pero, ¿con todos estos estímulos externos y situaciones que ocurren, como se mantiene la concentración?

Yo me deje llevar por la necesidad que tenía en ese momento de repasar el texto, de estar lista en mi posición de inicio y de cantar en voz baja lo que después cantaría al empezar mi escena. 
No quería perder mi concentración y lo que unos minutos antes había descubierto respecto a mi personaje. Justo había encontrado la esencia de lo que esta VACA SAGRADA (mi personaje) quería transmitir. No quería que se fuera esa sensación que había experimentado. Temía perderla. Quería guardar eso hasta empezar mi acto. 

No repetía el texto o la canción por miedo a equivocarme o a olvidar lo que tenía que decir o hacer. Me lo sabía perfectamente y a pesar de eso, seguía repitiéndolo en mi cabeza. Lo decía de una forma y de otra. Cantaba la canción y la volvía a cantar experimentando diferentes sensaciones durante los 45 minutos que espere en escena antes de empezar. 

Mantener la concentración en un espacio no teatral también se vuelve complicado cuando tienes a un público tan cerca al que le puedes leer en los ojos y en la cara los sentimientos que lleva encima.  Había personas que me escuchaban y miraban atentamente, que participaban cuando les hablaba. Personas abiertas a dejarse sentir algo.  Algunas no me miraban a los ojos cuando me dirigía a ellas. Una en especial nunca me miro pero si escucho con atención. (Al final de la actuación, justamente ella se me acerco y me felicito por lo que hice). Algunas me sonreían y se reían. Había alegría, duda, empatía, sorpresa...tantas emociones reflejadas en el rostro del público que también podrían causar distracción. El público sentado en un teatro también experimenta emociones pero la diferencia es que generalmente no los tenemos tan cerca ni los miramos a los ojos. 
No me costó mantenerme concentrada. Quizá podía haber cortado un momento, levantarme de la bañera, salir o simplemente desconectar del personaje y después volver.  Otras veces lo he hecho y nunca hubo ningún problema. Pero esta vez sentía la necesidad de estar conectada en todo momento con la situación. Y así me mantuve. Sentía nervios, nervios emocionantes que tengo siempre que voy a actuar. Esos nervios que me gusta sentir porque haré algo que me importa. Son nervios de ilusión y de emoción.

Pero, ¿que hice yo para mantenerme concentrada y enfocada antes y durante mi actuación? En pocas palabras, relajarme y disfrutar en la situación mientras jugaba con las palabras de mi personaje.

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