Monday, April 1, 2019

El Tiempo



Nunca he sido muy buena con la espera.  Soy impaciente. Quiero que las cosas se hagan rápido y bien.  Cuando tenía 10 o 12 años me entro la idea de ser tenista profesional. Había una tenista muy famosa y yo quería ser como ella. Empecé con clases de tenis y un mes después lo deje.  Me salí porque no me convertí en una gran tenista como yo lo había imaginado.  No tuve la paciencia para trabajar en ello y además, en realidad, no era algo que me gustara tanto. 

Pasan los años y en algunos aspectos he aprendido a ser más paciente.  Por ejemplo cuando enseño. Entiendo que cada alumno tiene su propio ritmo, que cada uno necesita su propio tiempo de descubrimiento y que cada uno aprende en momentos y formas distintas.  Pero este proceso me cuesta aplicarlo a mi misma cuando los roles están invertidos.  Ahora que soy alumna de salsa me impaciento y quiero hacer todo muy bien en un abrir y cerrar de ojos.  Me empiezo a sentir ansiosa cuando las cosas no me salen como yo quiero.   Mejoro y claro que veo resultados pero a veces quisiera tener una varita mágica que me hiciera bailar como me veo en mi imaginación. 

¿Qué le diría mi yo profesora a mi yo alumna? Mi yo maestra es muy paciente cuando enseña. Mi yo alumna, muchas veces no lo es.  Mi yo en todo a veces piensa que es paciente y respira profundo cuando empieza a sentirse impaciente, pero en realidad no es una situación en donde esta relajada.
Sé que todos los procesos llevan tiempo, dedicación, práctica, entrega.  Lo sé, lo entiendo.  Soy testigo de ello, en muchos aspectos, y además lo veo con mis propios alumnos.  Pero cuando juego el otro rol,  a veces me impacienta ver como las manecillas del reloj avanzan más rápido que yo.   Tengo urgencia por bailar muy bien.  Siento que es una combinación de mi impaciencia natural unida con la realidad de no tener 20 años.  Es verdad que llevo bailando salsa 2 años y haciéndolo a diario, menos de 1.  Mi yo profesora no exigiría tanto a mis alumnos en tan corto tiempo.  Aun así, hay días que no me gusta la espera para mejorar y quiero hacerlo bien ya.  En ocasiones me impacienta el proceso.

Esta sensación me lleva a pensar que quizá lo que tengo que observar es la razón de porque estoy bailando. ¿Para qué lo hago? ¿Con que objetivo? ¿Cuál es el propósito?  ¿A dónde quiero llegar? ¿Qué es lo que quiero lograr? Mi primera pasión siempre fue la danza hasta que descubrí el teatro pero sé que quiero hacer las 2 cosas y hacerlas lo mejor posible. Quiero bailar porque me encanta.  No lo hago por obligación o por hobby. Es algo que necesito hacer. Pero a veces siento que me exijo mucho en un proceso de aprendizaje, que yo como profesora, entiende que lleva tiempo y paciencia. ¿Porque la exigencia? No voy a competir. No tengo en mente ser una bailarina famosa.  Sé que todo lo que hago me gusta hacerlo bien. Me gusta comprometerme con las cosas y hacerlo lo mejor posible.  Eso siempre ha sido así. 

Mientras escribo esto respiro y resuelvo mis propias dudas.  A nivel profesional me exijo porque quiero ser la mejor bailarina que yo pueda ser para sumar a mi actriz y ser una artista más completa.  Además,  para poder enseñar salsa, que es otro objetivo profesional, tengo que saber hacerlo bien yo en principio.
A nivel personal mi razón de bailar es principalmente porque me hace feliz.  Me motiva, me ilusiona, me alimenta el alma. Además, ahora  me gusta cada vez más lo que voy viendo cuando bailo frente al espejo.  Hay muchas cosas que tengo que aprender, trabajar y mejorar pero cada vez me gusta más, a mí misma, la forma en que bailo.

Debería escuchar mas a mi yo profesora decirme que voy por buen camino y que hay que tener paciencia. El reloj no se detiene y el lleva su propio ritmo e intentar alcanzarlo es prácticamente imposible. Así que, hacer lo posible, es más factible.  Lo posible: trabajar, practicar, divertirme, aprender, sumar, entender y aceptar mi proceso.  Lo imposible: detener el tiempo.

No comments:

Post a Comment